Lorena PAUW
Tras 11 horas de vuelo directo desde Madrid, aterrizamos en una importante ciudad de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra. Ubicada en el oriente, es conocida por su clima cálido, su cultura y su proximidad a la selva amazónica.
El viaje comienza en Santa Cruz, la más moderna y el motor económico del país. Nos dirigimos a una de las plazas más emblemáticas: La Plaza 24 de Septiembre. Se encuentra en el casco central, una zona muy frecuentada por turistas, por lo que hay muchos locales comerciales, restaurantes, cafés ambulantes… Los turistas la visitan para desconectar de sus ciudades y tomar un descanso que sepa a libertad.
La ruta al Samaipata es una de las más destacadas. Es un punto de referencia a la ciudad y las vistas durante el recorrido son increíbles. Otro de los lugares recomendados es el Parque Nacional Amboró, situado a unas dos horas de la ciudad. Es uno de los más biodiversos del mundo, con una gran variedad de especies de flora y fauna como delfines de agua dulce, el lobo de crin, palmeras reales…, así como bellos paisajes de montañas con ríos y cascadas. Algunos foros advierten de que hay que tener cuidado con la comida de puestos callejeros, pero el anticucho, una especie de brocheta de carne con patatas, es uno de los platos típicos que hay que degustar sí o sí.
Cerca de Santa Cruz de la Sierra hay pequeños pueblos donde conocer la cultura más antigua y tradicional de los bolivianos. El Jorochito es uno de ellos. Cuenta con casas hechas de madera, bien adentradas en la selva, y campos de cultivo de quinua, yuca o maní. Además, sus habitantes conviven con animales sueltos como alpacas.
Al partir de Santa Cruz en dirección al Amazonas, nos encontramos con el pueblo Chané. La gente que vive allí cosechan sus propios cultivos, cocinan para todos los del pueblo, se ayudan unos a otros. Son personas afables y hospitalarias, te dan la bienvenida y te acogen con agrado en sus tierras. No obstante, pasar la noche en alguno de los pueblos cercanos al Amazonas puede ser peligroso, porque se encuentran a campo abierto y abundan las tarántulas. Igualmente, en el país hay algunas desembocaduras del río Amazonas donde se recomienda no bañarse, ya que en sus aguas habitan pirañas, ranas punta de flecha o caimanes.
La belleza de Sucre, Patrimonio de la Humanidad
A unas siete horas en coche desde Santa Cruz, se ubica la ciudad de Sucre. El viaje en automóvil cuesta alrededor de treinta euros. Es una ciudad antigua de paredes blancas situada a las alturas entre montañas. El centro histórico de la ciudad está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Alrededor de la Plaza 25 de mayo se encuentran muchos edificios importantes como la Catedral, la Casa de la Libertad y la Capilla de la Virgen de Guadalupe. A 10 minutos andando está el Mercado Central, donde es posible comprar alimentos locales como el locro, un potaje típico, y el sonso de yuca, unos pinchos elaborados con puré de esta verdura y queso rallado.
Visitar Bolivia en marzo significa disfrutar de una de sus fiestas más importantes: El Pujillay. Se celebra para conmemorar la Batalla del Jumbate de 1816, cuando españoles e indígenas luchaban por el territorio. Hoy en día, su cultura sigue presente en el país, y es posible conocer su historia y las tradiciones en diversos lugares de la ciudad de Santa Cruz.
Continua el viaje. Del aeropuerto de Alcantarí (Sucre) a la ciudad de La Paz se puede ir en autobús y en coche, pero la forma más económica es el avión, que cuesta unos cuarenta y cinco euros. Desde el aeropuerto El Alto, en La Paz, al centro de la ciudad hay un autobús, cuyo precio es de poco más de un euro. Esta ciudad tiene fama de insegura, y hay que prestar atención a las pertenencias, especialmente en las calles menos frecuentadas.
Su Mercado de las Brujas destaca por la fabricación de souvenirs artesanos y amuletos. Además, en este lugar hay yatiris o brujos que hacen rituales. A veinte minutos paseando está la Plaza Murillo, el corazón de la ciudad, con edificios importantes a su alrededor como la Catedral de La Paz o el Museo Etnográfico y Folklórico, que cuenta con una importante colección de objetos y herramientas utilizadas por el pueblo Chané. También hay una exposición sobre su modo de vida y sus creencias en el Dios verdadero y otros seres espirituales llamados ‘dueños. Para terminar bien el día en esta ciudad, se recomienda cenar en el restaurante Angelo Colonial con un menú de comidas típicas bolivianas y precios económicos.