- Entrevista a Lola Rodríguez, fundadora de la asociación Sevilla Solidaria
David MARTÍNEZ GUIJARRO
Lola Rodríguez es la fundadora de Sevilla Solidaria. Se trata de una asociación que desde hace 14 años se encarga de organizar recogidas de alimentos, ropa, juguetes, electrodomésticos y otros tipos de enseres, que posteriormente reparten entre personas necesitadas.
Confiesa que «ser solidario es lo mejor que puede hacer una persona», algo que aprendió de su padre. Para Lola, con cosas pequeñas se puede mejorar la vida de otros. Por ello, desde su casa, con la colaboración de su marido, Alejandro Elena, y con la ayuda que le prestan las redes sociales lleva a cabo acciones tan plausibles como sus tradicionales pucheros. También prepara croquetas o albóndigas con tomate, que elabora en su cocina y luego reparte en táperes para que puedan comer una o varias familias.
Otras campañas solidarias y satisfactorias están destinadas a la recogida de material escolar, coincidiendo con el comienzo del curso; y al reparto de juguetes durante la Navidad. Sin embargo, en su quehacer no todo es positivo y también ve a diario a gente que intenta sacar provecho de estas situaciones.
¿Cómo y por qué nace Sevilla Solidaria?
Sevilla Solidaria nace a raíz de que mi marido y yo nos encontrábamos muy solos. Un año, en las fechas próximas a Navidad, y al no tener hijos, se nos ocurrió la idea de pedir algunos juguetitos y regalarlos desde casa. Posteriormente, extendimos esta labor a los alimentos y otros artículos de necesidad.
¿Cómo funciona Sevilla Solidaria?
Ahora mismo no tenemos un local. Sin embargo, hay muchísimas personas que me conocen, gracias a que ya llevamos 14 años desarrollando esta iniciativa, y esto nos permite llevar a cabo nuestra actividad a través de las redes sociales. Todos los días recibo llamadas para donar desde alimentos hasta cosas del hogar. Estas donaciones se publican en redes sociales, de modo que quien lo necesita lo pide y debe venir a recogerlo. En ocasiones no pueden venir y les ayudamos.
¿Hay muchas familias necesitadas en Sevilla?
Muchísimas, yo creo que casi media Sevilla necesita ayuda de alguna u otra manera. Lo importante es que nosotros no ofrecemos solo un plato de puchero o un abrigo, sino que nos comportamos como una gran familia. Hay personas que se sienten solas y me llaman solamente para hablar conmigo, para sentir que hay alguien tras el teléfono con quien desahogarse. También es habitual que reciba llamadas para ir a tomar un café o charlar con alguien que está deprimido o con ansiedad.
Según su experiencia, ¿dónde está el origen de este problema?
No es solo el origen, es un problema amplio debido a una mala organización. Otras asociaciones, incluso mucho más importante que nosotros, donan muchas cosas, pero no se hace un control de a quiénes se las dan. Me refiero a que si das potitos o latas de leche a una madre con un niño que ya tiene tres años, si ya lo no necesita, lo más seguro es que lo revenda. Ese control es, por tanto, fundamental.
¿Qué soluciones se pueden aportar para acabar con esta situación?
Mirar todas las ayudas que se dan con lupa, y mejorar la manera en que se hace el trabajo. Que sean ayudas con sentido, que de verdad vayan a parar a quien lo necesita. No se puede pagar todo a todos sin control: luz, agua, uniformes, colegios concertados… En un despacho no se ve lo mismo que veo yo. Hay que estar día a día en la calle con la gente. Ahí es donde se ven los problemas y se buscan soluciones.
En general, ¿somos solidarios?
Eso siempre. Pero siempre se pierde algo por culpa de aquellas otras personas que no actúan bien con las personas necesitadas.
Entonces, también hay gente aprovechada
Mucha. Hay quienes van a las asociaciones, ya sean particulares o dependientes de la Iglesia o las parroquias, solicitan alimentos que no necesitan y los venden. Se los quitan a otra familia que sí los precisa para comer. Esto lo digo porque lo he visto. En nuestro caso procuramos llamarles la atención, pero no puedes hacer mucho más porque no se lo hemos dado nosotros y, además, no tenemos derecho a reñir a nadie. Pero sí debemos dar la voz de alerta. Lo que ocurre es que hay miedo. Nadie quiere denunciar a nadie. Puedo conocer a alguien que pide a una asociación benéfica y mañana le veo con un coche caro o su hijo viste con unos botines de 200 euros, o están cobrando una ayuda del Estado. Se sabe, pero no se denuncia.
Sin local, ¿cómo se organiza la gestión de la asociación desde casa?
Cuando teníamos locales todo funcionaba a la perfección porque uno era para almacenar la ropa, y el otro para los alimentos y los productos de droguería. Esto nos permitía hacer grandes recogidas y las personas acudían a local para recoger estas donaciones solidarias. Ahora no tenemos local. Desde la pandemia, cuando tuvimos que hacer las recogidas de alimentos por internet, hacemos llamamientos y muchos solidarios nos responden haciendo una compra online que le envían directamente a la familia necesitada. Esta última campaña de Reyes Magos se ha organizado en mi casa y venían los chiquillos a por sus regalos, todos donados por los padrinos y las madrinas solidarias.
¿Dónde está el techo de Sevilla Solidaria?
No lo tenemos. El techo es mi casa, pero sin tener nada, solo corazón. El techo también es el alcance que nos permiten las redes sociales.
¿Reciben ayuda pública?
No recibimos ayuda pública. Cuando empezamos lo intentamos varias veces. Pero siendo sincera, una vez que teníamos arreglada toda la documentación para entrar en Banco de Alimentos, decidimos no seguir adelante. Así que lo hacemos todo nosotros mismos, y la verdad es que no nos ha hecho falta pedir ayuda a otras instituciones.
¿Cuál es la experiencia más gratificante que ha vivido?
Conocí un niño que era homosexual y cuando cumplió los dieciocho años, sus padres lo echaron de su casa. De casualidad lo vi, y cuando me contó la situación lo recogimos en mi casa.
¿Y la situación más dura que ha conocido?
Hubo un momento de tensión en una recogida de alimentos en un supermercado donde una persona se alteró un poquito y, finalmente, acabamos ingresados mi marido y yo. Él por una contusión en la cabeza y a mí me partió las manos… Eso fue horrible. Todo este trabajo conlleva cosas malas y buenas, pero siempre me quedo con lo bueno. Y por eso siempre voy hacia adelante.
¿Ser solidario aporta felicidad?
Mi padre nos ha inculcado que siempre hay que ayudar. Desde chicos lo hemos visto en casa. Recuerdo que durante la Expo mi padre acogió a una persona extranjera. Antes de crear la asociación, yo veía todos los días a una mujer que miraba siempre a la misma hora en la basura. Hasta que un día bajé y le pregunté. Esa mujer necesitaba alimentos porque tenía dos niños pequeños. Aquel día tuve la satisfacción de saber que esa noche sí iban a comer. Para mí, la solidaridad es lo más grande del mundo entero.