- El doctor Alberto García-Perla ha ingresado en la Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla
Texto y fotografía: Lorena PAUW
El doctor Alberto García-Perla ha ingresado en la Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla con un discurso sobre el rostro humano, siendo el primer Académico de Número de su especialidad médica, la cirugía maxilofacial.
Nos recibe en su despacho del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla para contarnos cómo se siente tras pasar a formar parte de tan importante institución. Confiesa que siempre quiso ser cirujano, «desde que era un niño». Actualmente, con casi 30 años de experiencia, ha participado en el primer trasplante facial de Andalucía, y habla con emoción y entusiasmo de su trabajo y de sus pacientes.
¿Ha sido un proceso complicado conseguir la plaza como Académico de Número?
Sí. Además, es la primera vez que hay un académico de número de cirugía maxilofacial. La Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla es la más antigua del mundo, se remonta a finales del siglo XVII, en tiempos de Carlos II. Ha ido evolucionando e incorporando los avances de la medicina. Especialidades como la mía, que son relativamente modernas, salen de un tronco común de la cirugía y han tardado en incorporarse. En mi caso, ya pertenecía a la Academia como académico correspondiente. Los académicos de número son los que llevan todo el peso de la institución, lo cual ha sido complicado en este sentido, pero muy bonito también.
¿Cómo se enteró de la noticia?
El proceso es el siguiente: la plaza se convoca de forma pública en el BOJA. Es una plaza a la que se tiene acceso, a la que uno se presenta y después el pleno, honorando las características de los candidatos, lo votan. Posteriormente, el secretario envía una carta donde se nos comunica la decisión una vez que el pleno vota.
¿Qué emoción sintió al conocer su ingreso?
Fue muy emocionante. Yo pertenezco a una familia con varias generaciones de médicos y cuando uno consigue hitos de ese tipo se emociona mucho. Después, valoras el tiempo que llevas trabajando y tiene un sentido importante como reconocimiento y como una ayuda a la especialidad médica.
Destacó en su discurso de ingreso que la desfiguración era un símbolo de maldad y que la cara es el principal elemento que define la identidad personal. Es cierto que la cara es lo primero que juzgamos, ¿cómo percibe estos prejuicios y/o estereotipos asociados al rostro humano?
Efectivamente, la cara es lo que nos representa. Nos centramos en la cara porque es lo primero que vemos y muchas veces es nuestra primera impresión. Incluso se dice que la cara es el espejo del alma. El problema de asociar la desfiguración a la maldad no es algo solo del pasado, sino que sigue ocurriendo. Lo vemos en las películas, donde los malvados y los desfigurados suelen ser, habitualmente, la misma persona. Salvo en la película Wonder, cuyo protagonista es alguien positivo; sin embargo, tiene unos rasgos físicos no positivos. Me dedico a la cirugía maxilofacial desde hace 25 años, y en ese tiempo he visto lo que es el sufrimiento de muchas buenas personas, a las cuales su desfiguración, por diferentes motivos como una malformación o las secuelas de un cáncer, les condicionan en su día a día. Los médicos, aparte de ver la parte técnica y de salud más perceptible, tenemos que empatizar con el sufrimiento de nuestros pacientes. En este sentido, y desde el punto de vista humano, el tratamiento de estos pacientes es una parte importante en mi día a día.
Precisamente, estos estereotipos nos han conducido al actual boom de la cirugía estética con caras muy parecidas que repiten unos patrones de labios, ojos, narices…, ¿qué opina al respecto?
Aunque parezca que el mundo ha progresado, no lo ha hecho tanto. Hay más bullying y más presión que antes. El cambio y el aumento de la estética va ligado un poco a los valores, no siempre positivos y que, aunque no queramos, nos van incluyendo, como es el caso de no aceptar el envejecimiento como un proceso natural de la persona, no aceptar la evolución y lo que es la vida con su principio y su fin. A nosotros muchas veces nos cuesta diferenciar lo que es reconstrucción y lo que es estética; en el sentido de que se considera la reconstrucción el devolver lo que no es normal a su estado normal, y la estética se entendería como un proceso de mejora de lo que ya es normal. Me he encontrado con pacientes de todo tipo, algunos tenían un problema estético que era razonable resolver y otros que nunca están satisfechos porque trasladan a su físico el resto de sus problemas psicológicos o de no aceptación personal, porque uno, en el fondo, lo que busca es ser aceptado por los demás.
¿En qué consiste su especialidad médica, la cirugía maxilofacial?
La cirugía oral maxilofacial es una especialidad de la medicina, a la que se accede por vía del examen MIR. Hoy por hoy, no figura en hospitales comarcales, y se dedica, fundamentalmente, a las patologías que abarcan la cara y el cuello. Reflejaba en el discurso de ingreso en la Academia que la cara, al ser un sitio tan especial para el ser humano, es la zona que compartimos más especialistas. Nosotros hacemos patología traumatizada de la cara, incluyendo las órbitas, la boca, los maxilares; patologías oncológicas, es decir, tumores benignos y malignos de la cara y el cuello; y malformaciones. Operamos a niños con fisuras labiopalatinas, glándulas salivares y la articulación temporomandibular, que abre y cierra la boca. A veces, contactamos con otros especialistas, como el oftalmólogo o el otorrino, pero nos centramos, sobre todo, en la patología oncológica, traumática y malformativa presente en cara y cuello.
¿Por qué se decantó por esta especialidad?
Desde niño siempre he querido ser cirujano. Es cierto que me influyó la tradición, mi padre era cirujano maxilofacial y mi abuelo era médico general. Quería hacer cirugía. Pienso que me hubiera gustado cualquier cirugía, porque el enfoque es diferente al de un médico no quirúrgico. La cara siempre me atrajo. Hay cicatrices que se pueden dejar en otros sitios del cuerpo, pero no en la cara. Ello te obliga a ser mucho más meticuloso, más cuidadoso y a trabajar de una manera más exhaustiva. Estos son los motivos de mi elección, hace ya casi 30 años, y no me he arrepentido nunca.
Participó en el primer trasplante facial de
Andalucía en 2010 durante una intervención
multidisciplinar que duró 30 horas
Participó en el primer trasplante facial de Andalucía en 2010, segundo de España y noveno del mundo, ¿cómo fue esta experiencia?
He sido muy afortunado en mi desarrollo profesional, también porque he trabajado en un hospital importante como el Hospital Universitario Virgen del Rocío en Sevilla. Fue una experiencia vital en muchos aspectos. Solo hemos hecho un trasplante como este, pero se harán más. Son tratamientos que se hacen en momentos muy puntuales y permiten conocer lo máximo que se puede lograr en reconstrucción facial a nivel mundial. Aquí se organizó un equipo. Es muy importante el trabajo en equipo y multidisciplinar; y en este caso, el equipo se compaginó muy bien. Fuimos cuatro cirujanos maxilofaciales y cuatro cirujanos plásticos, aparte de todo el soporte del hospital. La cirugía duró mas de 30 horas, permanecimos aquí tres días y fue una experiencia profesional única. Hoy seguimos viendo al paciente, porque otra de las cuestiones es el seguimiento. Trece años después, sigue bien, lo seguimos revisando cuando lo precisa y mantenemos un contacto ocasional. Nos han consultado desde muchos países. Recientemente, desde México, donde quieren poner en marcha un equipo de trasplante facial y nos han pedido asesoramiento.
¿Cuál ha sido su caso más destacado y por qué?
Tuve la oportunidad de participar en una cirugía fetal en el año 2007, con el equipo que dirige el doctor Antiñolo. Fue la primera que se hizo para una malformación facial. A nivel nacional, tuvo mucha repercusión en prensa hace ya 15 años. En 2011 hicimos la reconstrucción facial de Juan José Padilla. El torero vino a que lo operaran. Es una persona excepcional, con una capacidad de superación tremenda, un paciente que da ejemplo. Desde entonces somos muy amigos.
¿Cuáles son los motivos por los que acuden los pacientes a su consulta?
Somos el servicio de cirugía maxilofacial más grande de Andalucía, y aparte tengo mi actividad privada. En el Hospital Infantil, las patologías más frecuentes son malformaciones faciales o fisuras labiopalatinas. En las consultas de adultos se practican cirugías orales, otras que no hacen los dentistas y nos las derivan a nosotros. También vemos muchas patologías oncológicas, debido a cáncer de boca. Hacemos reconstrucciones de mandíbula con hueso de la pierna, como el peroné; y patologías traumatológicas. Aunque los traumatismos faciales han disminuido a nivel general con el uso del cinturón y del casco, los seguimos viendo ocasionalmente. Han aumentado las agresiones. Vemos muchas patologías de glándulas salivares y de la articulación temporomandibular. Y hacemos cirugías en colaboración con otros servicios, como puede ser el otorrino o la cirugía plástica. Tenemos un gran volumen de pacientes, no nos aburrimos.
En los últimos dos años, aquí en España, hay al menos ocho casos de perros que muerden a niños y bebés en la cara.
Hemos tratado a niños con ese problema. Guarda relación con una situación con la que nos estamos encontrando desde hace unos años: el aumento de los perros considerados razas peligrosas, que a veces van por la calle sueltos y sin bozal. Nuestra responsabilidad es intentar hacer la mejor reconstrucción posible.
«En la recuperación de un paciente influyen
los tejidos, pero también la actitud y el soporte
familiar de personas que te quieran y te apoyen»
¿Se recupera antes un paciente joven que otro más mayor de las secuelas de este tipo de agresiones ?
A nivel físico y funcional, se recupera antes un paciente joven porque tiene mejores tejidos y mejores condiciones. La clave fundamental de la recuperación es la psicología, que depende de la persona. He visto pacientes con grandes afectaciones que lo han llevado muy bien y otros que no. Es muy importante el soporte familiar, tener gente que te apoya, que te quiere, y tener carácter, porque el carácter condiciona la recuperación. He puesto el ejemplo de Padilla porque, aún con secuelas funcionales, ha sido capaz de volver a torear con un solo ojo. Sin embargo, vemos pacientes que tienen pequeñas cicatrices faciales que les marcan, entran en un estado de depresión permanente y no son capaces de superarlo.
¿Está a favor del uso de tecnologías emergentes, como la realidad virtual y la inteligencia artificial, en la medicina?
Totalmente, todas estas ayudas van a mejorar nuestros resultados. Hay muchos estudios en revistas que dicen que los trabajos que menos van a ser sustituido por máquinas en el futuro son las cirugías. Las máquinas nos ayudan, pero hay decisiones que uno tiene que tomar cuando está operando a un paciente y que no se pueden basar en un algoritmo. En el hospital tenemos disponibles sistemas de cirugía robótica, que nos permiten ser más precisos y llegar a zonas más profundas para hacer cortes más pequeños. Estoy convencido de que los sistemas de realidad virtual y de inteligencia artificial nos ayudarán a tomar decisiones y ser más eficientes, y voto por incorporarlos. Un problema es el coste. El político tiene que barajar el dinero que puede invertir y el que no. En ese sentido, nos queda aún para estar en la vanguardia de países que están invirtiendo más y están logrando buenos resultados, con cirugías más cortas, menos sangrados, una recuperación mas rápida y con menos secuelas.
¿Cómo podría describir la sensación cuando una intervención ha concluido y ha salido todo bien?
Es muy gratificante. Desgraciadamente, nos pesa más cuando una sale mal, que son muchas menos veces, pero las recuerdas siempre. Las cirugías que han ido bien te proporcionan una gratificación muy grande. Al final, lo que más nos llena a la inmensa mayoría de los médicos es que nuestros pacientes, cuando están sentados aquí en una consulta cara a cara, estén contentos y valoren el trabajo que has hecho. La parte humana de la medicina es la más importante, es la que no se debe perder. La relación médico-paciente es clave. En la medicina es fundamental tener confianza en que la persona que te atiende se va a preocupar por ti y el profesional tiene que demostrárselo al paciente.