El doctor Miguel Rufo nos aconseja cómo actuar ante una emergencia sanitaria

  • Este médico de familia, especializado en urgencias y nutrición, critica el abuso de antibióticos y señala que «no todos los remedios caseros funcionan»

Manuel GÓMEZ PÉREZ

El doctor Miguel Rufo nos hace un hueco en su más que ajetreada agenda para recibirnos en el Centro Universitario San Isidoro, en Sevilla, donde imparte clases en los grados en Fisioterapia y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. 

Durante la entrevista, nos habla acerca de su doble faceta profesional como médico de urgencias en una unidad móvil  y docente universitario. El doctor Rufo estudió Medicina en la Universidad de Sevilla, especializándose, más tarde, en medicina familiar y comunitaria. Cuenta con la acreditación nivel experto de médico de urgencias y emergencias, y completa su currículum con un máster en nutrición y alimentación por la Universidad de Barcelona y un máster en medicina estética, regenerativa y antienvejecimiento por la Universidad Complutense de Madrid. Confiesa que su trabajo es muy gratificante, sobre todo en lo que se refiere a poder salvar vidas en situaciones extremas. 

Desde su experiencia en el trato con pacientes, ¿considera que los españoles nos cuidamos bien y estamos pendiente de nuestra salud?
Hay muchos tipos de personas, y en medicina no se puede generalizar, pero lo que sí es una evidencia es que el hecho de pertenecer a un nivel social y económico medio alto hace que la persona se cuide un poco más. Aunque siempre hay excepciones. Lo puedo explicar a través de la  alimentación. Hay determinados alimentos: frutas y verduras frescas, pescados y carnes, que no son accesibles, por desgracia, a todos los ciudadanos. Entonces, quien no tiene los recursos necesarios compra por un euro un paquete de Donettes y ya tiene la merienda de sus hijos, pero esto no es lo más sano. También influye la zona en la que se vive, pues el acceso a la sanidad varia de un lugar a otro. Y la educación, es decir, inculcar a los menores hábitos sanos, como practicar deporte; y erradicar conductas tóxicas, como el consumo de alcohol o tabaco.  

¿Abusamos de los medicamentos? 
Hay de todo, y cuesta generalizar. El que hace deporte sabe que esta actividad libera endorfinas, que son, entre otras cosas, un importante antidepresivo. De modo, que si haces deporte quizás no necesitas una pastilla para dormir. Pero si hablamos de una depresión reactiva ante la muerte de un familiar cercano, pues el deporte no es la solución. Lo mismo ocurre con los hábitos dietéticos e higiénicos. Si tienes el colesterol un poco alto y cuidas la alimentación, posiblemente no necesitas una pastilla para la simvastatina. Sí que se detecta un abuso en el uso de los antibióticos. Hoy en día, están restringidos porque la farmacia no te los suministra sin receta, pero tradicionalmente se trataban la fiebre y el dolor de garganta con antibióticos. Al final, generan una resistencia y es un problema. Aconsejo que nadie se automedique y acuda al profesional, que le oriente y le recete un tratamiento correcto, para evitar efectos secundarios. Y si el problema se puede solucionar con medidas dietéticas e higiénicas, pues mucho mejor. 

¿Funcionan los remedios caseros? 
La homeopatía, claramente no, pues es tan solo diluir en agua. Recuerdo que en un evento científico, durante su conferencia magistral, un catedrático preguntó: ¿alguien cree en la homeopatía? Unos cuantos levantaron la mano. El profesor traía un bote en el que ponía “tomar una gota cada ocho horas”, y se bebió todo el contenido. El resultado es como si se diluyera una gota de cianuro en el océano, evidentemente, no te va a afectar. Respecto a los remedios caseros, pues depende. Se sabe que la cebolla sirve para aliviar la tos. Muchas medicinas están basadas en medicina observacional, es decir, se ha visto cómo funciona el uso de una planta sobre un paciente. Por ejemplo, eliminar una roncha. ¿Por qué sucede esto? Porque esta planta posee antihistamínico, que reduce la inflamación que podría causar una urticaria. Hay remedios caseros con una efectividad real, que se emplean desde hace siglos y cuyas propiedades son conocidas. Sin embargo, otros no sirven para nada. 

«Cuidado con los alimentos sanos que tienen muchas calorías, como el aceite de oliva y el zumo de naranja. Hay que compensar gasto y consumo»

Como experto en nutrición, ¿cómo podemos alimentarnos correctamente sin engordar, pero sin tener que estar eternamente a dieta?
El término dieta y alimentación se mezclan, y no es lo mismo. Lo que hay que hacer es adoptar unos hábitos sanos desde la infancia. Se sabe que los adipocitos, que es la reserva del cuerpo humano, la despensa de grasa, se crean en el tercer trimestre de la gestación, y dependen de lo que coma tu madre y, también, entre los 10 y los 12 años. Entonces, si un niño en la infancia, justo en la preadolescencia, en vez de comer dulces come frutas, verduras y pescado, creará poco adipocito, y esto le ayuda a prevenir la obesidad en la edad adulta y otras enfermedades como la diabetes. Con lo cual, alimentación sana y ejercicio, siempre desde el principio. Hay alimentos que son sanos, pero que tienen muchas calorías como, por ejemplo, el aceite o el zumo de naranja. El zumo de naranja, sin la fibra, se convierte en una bomba de azúcar, a pesar de las propiedades de la vitamina C contra los catarros. Pero si se trata de un paciente obeso, necesitará una restricción calórica. En definitiva, debe haber un equilibrio entre las calorías consumidas y las que se gastan.

También trabaja como médico de urgencias. Debe ser difícil desde un punto de vista profesional y personal, ¿cómo gestionan el estrés y la presión asociados a estas situaciones?
No es difícil, y estrés o presión, ninguna. Al final, como todos los trabajos, es sota, caballo y rey, y en el momento en que dominas el procedimiento, no te provoca angustia. Lo único que puede generar un poco de ansiedad es cuando una persona sufre un infarto y, a pesar de estar en una UCI, se va a morir. Evidentemente, es una situación que nos afecta por un doble motivo, porque como médico no la puedo salvar y porque ver el dolor de los familiares es muy duro. Con respecto al trabajo, estamos preparados y sabemos lo que tenemos que hacer. Sabemos que vamos a practicar una reanimación cardiovascular avanzada, de calidad, y que vamos a hacer todo lo posible para salvar a esa persona. Y esto es gratificante, poder salvar una vida en condiciones límites. Sobre el dolor ajeno, un médico se tiene que acostumbrar.  

¿Cómo es una jornada de trabajo en una unidad móvil de emergencias?
Tenemos turnos de 12 horas, desde por la mañana o entrando por la noche, y lo primero que hacemos es revisar la ambulancia, que la medicación esté correcta y que el material de intubación funcione correctamente. Yo me encargo del tema médico; el enfermero, de su material; y el técnico de emergencia revisa de la ambulancia los niveles de aceite, las ruedas y las camillas. Tenemos un teléfono y estamos disponibles con la sala de coordinación. Además, tenemos una tablet en la cual podemos consultar el historial médico de los pacientes. Esto es importante, pues ten en cuenta que yo soy médico de primaria, con lo cual no conozco a la persona ni su medicación y, a veces, si son personas mayores o están inconscientes no son capaces de decirme qué toman o si son alérgicos. Desde la sala de coordinación se encargan de pasarnos avisos de diferentes áreas de Sevilla. La ciudad se divide en seis zonas, y acudimos los que estamos cerca. Evidentemente, cuando se produce una situación grave, ponemos la sirena, vamos al domicilio, estabilizamos al paciente, y entonces se decide si se puede quedar en casa con tratamiento o lo ingresamos en el hospital. 

¿Cuáles son los casos más comunes que se atienden en un servicio de urgencias?
Hay de todo: infarto, edema del pulmón, ictus, accidentes de tráfico, alteraciones psiquiátricas… Muchas veces se necesita la colaboración de la policía o de los bomberos porque el paciente está en el domicilio, inconsciente, no ha podido abrir la puerta y es precisa su actuación. Otras veces la patología es más banal, parece una disnea, una asfixia, y al final es un catarro de vías altas por lo que el paciente no puede respirar bien. Estamos hablando de pacientes pluripatológicos, mayores, que no se pueden desplazar y la ambulancia va a su domicilio. Otro grupo importante son los pacientes paliativos, oncológicos, en una etapa avanzada de la enfermedad. Entonces acudimos a serdarlos en casa, administrarle medicación y quitarle el dolor.  

Por contra, ¿podría contarnos alguna situación que le haya marcado especialmente?
Los casos anecdóticos están relacionados con los pacientes de salud mental. Recuerdo a una persona con un trastorno obsesivo-compulsivo que quería abandonar el centro donde estaba internado alegando tres razones: necesito darle un beso a mi madre, comerme un bocadillo de jamón y ver la segunda parte del Betis. Al final, consiguió el permiso, y el paciente se marchó a gastarse su dinero en alcohol y otras sustancias. Hubo que recogerlo, en un estado eufórico y con un subidón tremendo. A pesar del cuadro delicado que presentaba, evidentemente necesitaba ser ingresado de nuevo, el revuelo que armó fue una experiencia curiosa. 

«En un accidente, lo primero es ponernos a salvo nosotros mismos, pedir ayuda y comenzar una maniobra de rehabilitación si sabemos hacerlo«

Ante un accidente o una emergencia sanitaria, ¿qué debemos hacer?
Si es un accidente de tráfico, lo más importante es ponerse a salvo, porque lo primero es la seguridad del socorrista. Un principio de la medicina es no hacer daño, no fastidiar al paciente con un movimiento o una maniobra incorrecta. Es decir, no hacer lo que no se sabe. Y hay que llevar al paciente a un sitio seguro. En el caso de una parada cardiorrespiratoria, hay que llamar a los servicios de emergencia y pedir socorro. A partir de ahí, uno puede empezar a aplicar una maniobra, viendo antes si el accidentado esta consciente o inconsciente, si respira o no respira. En la parada cardiorrespiratoria, lo más importante son las compresiones torácicas dando un masaje de soporte vital básico.

En un mundo cada vez más digitalizado, ¿qué papel juegan las tecnologías emergentes en una emergencia sanitaria?
Cada vez hay más avances y contamos con mejores monitores para la parada cardiorrespiratoria o para registrar el electrocardiograma. Igual ocurre con los respiradores. Ya disponemos hasta de BIPAP, que es un mecanismo para meter presión positiva a dos niveles, tanto la expiración como la inspiración, dentro de la ambulancia. También han mejorado los materiales para coger una vía intraósea. Respecto a la información en internet, hay saber buscar porque circulan muchos datos falsos de fuentes no fiables. El profesional sí sabe buscar y tiene acceso a páginas oficiales. La inteligencia artificial está todavía en desarrollo y veremos cómo avanza. No hay que negar la tecnología, pero tampoco abrirse sin sentido, porque al final las manos del médico siguen siendo útiles. En la medicina hay que individualizar, pues no se pone el mismo tratamiento a dos pacientes diferentes, aunque padezcan la misma enfermedad. 

También es docente universitario, ¿cómo ve a los futuros profesionales de la salud? 
Hoy en día, afortunadamente, cada vez es más fácil acceder a la formación, y eso es positivo. Otra cosa son los planes de estudio en el colegio, desde infantil hasta bachiller, que no mejoren, y terminen afectando a los estudios universitarios. Opino que el buen estudiante o el que está interesado va a ser bueno, a pesar de su formación previa. Todo depende de la persona, de que quiera estudiar. Trabajo, esfuerzo y dedicación son las claves. Y la vocación, que influye muchísimo.

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