Fran GUERRA
Hanoi es la capital y la segunda ciudad más grande de Vietnam. Ya en 2009 tenía una población estimada en 2,6 millones de habitantes en los distritos urbanos, que ascendía a unos 6,5 millones contando el área metropolitana.
No es una ciudad que se pueda visitar en una tarde, sino que hay que tomarse 3 o 4 días para empaparse de su cultura oriental, desde sus creencias hasta su gastronomía.
Comenzamos con un paseo por Old Quarter, el barrio antiguo y, probablemente, el sitio con más personalidad de la ciudad. Merece la pena arriesgarse a cruzar delante de cientos de motocicletas para detenerse en un pequeño puesto de comestibles en plena calle y tomar una deliciosa sopa de verduras recién hecha por menos de 1 euro.
Otra opción es respirar el aire que ofrece la naturaleza en los alrededores del Lago Hoan Kiem. Justo en su interior se hallan dos de los monumentos más visitados de la ciudad, y a sus orillas grupos de vietnamitas practican Tai Chi o juegan al Mahjong. Retarlos es fácil, lo difícil es ganarles. Los monumentos que se ubican en su interior son el templo de la montaña de Jade y la torre de la tortuga, que se localiza en el lado opuesto del lago.
Los museos contribuyen a contar una pequeña parte de la cultura vietnamita. Por ejemplo, hay museos donde se explica la historia de la guerra, o el papel de las mujeres en la sociedad. Uno de los más importantes, el Templo de la Literatura, es conocido por haber sido en sus orígenes la primera universidad del país.
Para disfrutar del auténtico ambiente vietnamita el barrio de Phuong Hang Bo está repleto de bares donde tomar Bia Hoi, la cerveza de la capital. Por la noche, en ese mismo barrio se encuentran algunos de los locales más populares para el público joven como The Alchemist Cocktail Bar.
Las mejores vistas de Hanoi se obtienen desde la planta 65 del LOTTE Observation Deck. Los que tengan vértigo que no miren hacia abajo, ya que el suelo es de cristal.
El mausoleo del revolucionario Ho Chi Minh
Para sumergirse de lleno en la cultura hanoiense, es necesario visitar el mausoleo del poeta, militar y símbolo revolucionario en la guerra de Vietnam, Ho Chi Minh. Al igual que Lenin, descansa en un mausoleo que solo abre de cara al público por las mañanas. La entrada es gratuita, aunque los controles son algo estrictos. No se permite acceder con dispositivos móviles y la visita es de un minuto por cada grupo de cinco personas. A pesar de todo, merece la pena esperar una cola interminable para entender un poco más a esta cultura tan opuesta a la occidental. Son costumbres distintas como aquella según la cual la persona que regala debe retirarse para no ver la cara del receptor al desenvolver el presente.