- Esta periodista y coach emocional imparte talleres donde enseña a los jóvenes cómo defenderse de las relaciones tóxicas en internet

Jorge de ALBA GONZÁLEZ
Chary Sánchez, periodista y coach, lleva más de una década sensibilizando sobre violencia de género en colegios a través de conferencias y talleres.
Sus charlas se centran en la prevención, especialmente a través de la educación emocional digital, un ámbito que considera clave para frenar el control y el maltrato en las relaciones a través de internet. En su quehacer diario, y desde su experiencia, analiza cómo la violencia de género se ha adaptado a los medios digitales y advierte sobre la falta de herramientas educativas que permitan a los adolescentes detectar y actuar ante estas dinámicas.
Además, es autora del libro ‘Me conformo con verte en línea’. La obra consta de dos partes. La primera es un manual para detectar patrones de dependencia emocional en entornos digitales, mientras que la segunda es el relato de una relación sentimental que se vuelve tóxica a través del teléfono móvil, y que invita a reflexionar sobre este fenómeno social.
¿Cuáles son las primeras señales del maltrato en una pareja?
Cuando doy ponencias en centros educativos, suelo utilizar material audiovisual. Apago las luces y proyecto, y al encenderlas observo en los rostros de los adolescentes que algo no anda bien. Muchas veces, las chicas me cuentan que han sufrido control por parte de sus parejas, como revisarles el móvil o supervisar cómo se visten. Los adolescentes son un público clave para identificar estas situaciones a tiempo.
Alertas en tus charlas sobre el maltrato a través del móvil, ¿qué deben hacer las víctimas para frenar este tipo de comportamientos?
Lo que hay que hacer es incorporar una formación en educación emocional digital. Si no educamos a los jóvenes sobre estas dinámicas, no sabrán identificarlas. Esto requiere incluir pautas concretas y materiales prácticos desde el momento en que reciben un móvil. Lamentablemente, esta educación no está implementada ni en los colegios ni en las familias. Se debe enseñar qué es una relación sana y cuáles son las señales del maltrato psicológico. También con las nuevas tecnologías; en eso consiste la educación emocional digital. Es un vacío que llevo años intentando cubrir.
De manera anónima, ¿podrías comentarnos algún caso que te haya impactado especialmente?
Lo que más me sorprende es cómo la violencia digital se cuela en la vida de los adolescentes. He visto casos donde las chicas reciben amenazas, incluso a través de aplicaciones de pago como Bizum. En otros casos, sus parejas utilizan herramientas de inteligencia artificial para manipularlas o acosarlas. Lo que me preocupa es que, al mismo tiempo que nos volvemos expertos en redes sociales y aplicaciones, seguimos siendo inseguros y poco conscientes al construir nuestras relaciones.
«Revisarle el teléfono o supervisar cómo
se viste son algunas de las primeras señales
de maltrato de género entre los jóvenes»
¿Cómo percibes las actuales dinámicas en las relaciones de pareja?
En los centros educativos noto un contraste preocupante. Por un lado, los jóvenes son modernos y están al día a la hora de usar las redes sociales o subir contenido personal a internet. Por otro, existe un control excesivo en las relaciones: contraseñas compartidas, revisión de móviles, y poca conciencia de lo que significa una relación basada en la confianza y el respeto.
En el caso de los más jóvenes, ¿adviertes avances en materia de igualdad?
Es difícil. Llevamos 10 años intentando mejorar los protocolos de actuación, pero aún hay muchas carencias. A los adolescentes no se les enseña qué es una relación sana ni cómo identificar la violencia emocional o digital. Incluso en los puntos violeta falta empatía y formación adecuada. Una chica de 16 años no sabe cómo reaccionar ni qué decir si llama al 016. La educación es el único camino para cambiar esto.
¿Cuáles son los temas y las dudas más recurrentes en los talleres de igualdad?
En estos encuentros siempre les cuento a mis alumnos que yo he pasado por este tipo de situaciones y que he vivido con un persona que me ha maltratado. A cualquiera le puede pasar, con independencia de su nivel socioeconómico y educativo. Las víctimas, a menudo, no saben que están siendo maltratadas porque no tienen herramientas para identificar este problema, que no distingue entre clases sociales o niveles educativos. Muchas mujeres piensan que esta información no va dirigida a ellas porque es demasiado técnica. Por ello, es fundamental hablar claro sobre el maltrato y la violencia, en el idioma de la gente de la calle y desde la experiencia real. Es el motivo por el que comparto mi testimonio personal, porque sé lo difícil que es reconocer el abuso psicológico.
Dada tu experiencia trabajando con diferentes instituciones, ¿cómo evalúas el papel del sistema educativo en la prevención de la violencia de género?
En muchas ocasiones, es penoso. En zonas desfavorecidas, los recursos en las escuelas son ínfimos en comparación con colegios privados o concertados. A veces, trabajo con presupuestos tan bajos que tengo que comprar el material, como las cartulinas para hacer pósters, con mi propio dinero porque necesito estos recursos para trabajar en la concienciación de los jóvenes. Mientras tanto, se sigue invirtiendo en campañas obsoletas en lugar de adoptar medidas reales. Es imprescindible introducir una formación emocional digital desde edades tempranas y capacitar a los profesores.
Para terminar, déjanos un mensaje y un deseo de cambio social.
En 2025 me gustaría que los esfuerzos realizados dieran sus frutos. Necesitamos que la educación emocional digital sea una prioridad, y si no lo hace el Gobierno, que lo impulsen las empresas a través de sus departamentos de responsabilidad social corporativa. Mi mensaje es claro: la alegría de tu día no puede depender de un mensaje. Hay que aprender a vivir nuestras emociones lejos del teléfono móvil y priorizar las relaciones sanas, basadas en el respeto y la confianza.