El acceso a este enclave solo puede realizarse a través de un tren cremallera. En la cima, nos encontramos con un santuario que alberga un hotel de montaña

Inma MARTÍN
Ubicado a más de 2.000 metros de altura, Vall de Núria, en Girona, es un precioso destino de naturaleza, que recientemente ha sido presentado en Sevilla, durante un evento que ha permitido conocer todas sus posibilidades.
El acceso a este enclave solo puede realizarse a través de un tren cremallera eléctrico. Una vez en la cima, lo que encontramos es serenidad y belleza natural, así como un santuario, el de la Virgen de Núria, que alberga un hotel. En definitiva, un oasis, localizado a una hora y media de Barcelona, que está pensado para escapar del bullicio y respirar, practicando un buen número de actividades. En este sentido, las caminatas por las cumbres son indispensables, siendo muy probable el avistamiento de la fauna autóctona: rebecos, marmotas, zorros, muflones o quebrantahuesos, que viven en este parque en completa libertad.


Otras posibilidades de ocio son los paseos en barca por lagos cristalinos, hacer barranquismo y escalada, y la contemplación de estrellas, pues debido a la ausencia de contaminación lumínica, la zona está catalogada como un destino starlight. Especialmente emocionante es una actividad nocturna con monitores que termina de madrugada y consiste en caminar a través del valle y entre montañas equipados con casco y linterna. Igualmente, se pueden hacer excursiones para visitar el Museo del Ferrocarril, que alberga el primer tren que conectaba el valle, o unos restos visigodos, y montar en el teleférico. Y en invierno, practicar deporte en la estación de esquí.

La historia de este lugar del Pirineo Catalán se remonta al año 704 con un hombre, un eremita, que caminaba portando tres objetos: una olla, una campana y una cruz. En pequeñas aldeas tocaba la campana y preparaba guisos que compartía con los habitantes del lugar. Posteriormente, los evangelizaba. Este hombre era San Gil, quien talló una imagen de la Virgen de Núria, que tuvo que esconder al huir de los musulmanes. Siglos después, en 1072, el peregrino Amadeo la encontró y, hoy día, esa misma imagen se venera en el Santuario de Núria, que a su vez, alberga la ermita de San Gil, en cuyo interior se encuentra un icono del santo y tres vidrieras que representan los objetos anteriormente citados.

ALOJARSE EN EL HOTEL JOYA VALL DE NÚRIA
Conocer y disfrutar como corresponde de este lugar precisa de una estancia de varios días. En este sentido, el refugio perfecto para alojarse durante esta aventura es el Hotel Vall de Núria. Se trata de un edificio singular, integrado en el conjunto del Santuario de Núria, uno de los lugares de culto más antiguos del país donde se venera una talla policromada de esta Virgen, que fue robada en dos ocasiones, la primera durante la posguerra. Otro acontecimiento histórico ligado a este lugar fue la redacción en el año 1931 del Estatuto de Autonomía, conocido como ‘Estatuto de Núria’.
Destaca del hotel su gastronomía de proximidad, con platos como la butifarra y el cordero, y las cervezas artesanales
A ambos lados del santuario se disponen las estancias del hotel. Respecto a sus instalaciones, cuenta, en total, con 75 habitaciones, cuatro de ellas son suites, y 20 apartamentos. También alberga salas y un auditorio con 140 butacas destinados a la celebración de reuniones de negocio, congresos u otro tipo de eventos como bodas. Y para los niños, el espacio lúdico Cau de la Marmota (la madriguera de la marmota) organiza actividades al aire libre, así como talleres de manualidades y pintacaras.

Tal y como señaló el director del hotel, Raúl Anquela, que viajó hasta Sevilla para presentar este destino, uno de los puntos fuertes de este establecimiento es la gastronomía de proximidad que se sirve en sus restaurantes, la Cabaña del Pastor, el Bar Finestrelles o El Racó de la Vall, y que es un homenaje a la tradición culinaria de la región del Ripollés. Anquela se refirió a la butifarra, el cordero, la escalivada, que es el gran plato de verduras de la cocina catalana, y las cervezas artesanales. En definitiva, un hotel joya en el centro de la naturaleza, preparado para vivir experiencias familiares y con amigos, y que, además, es pet friendly.