Lorena RODRÍGUEZ
Un año después de sacar a la venta la secuela del Premio Planeta ‘Yo, Julia’, el profesor de Literatura y escritor Santiago Posteguillo profundiza en esta entrevista sobre su trayectoria como novelista.
Apasionado por la historia de Roma desde su infancia, estudió Filología Inglesa buscando un entorno laboral estable en el que poder escribir y desarrollar su talento. Actualmente, dedica su vida a partes iguales a la enseñanza universitaria y a la escritura.
La mayor parte de su obra literaria está inspirada en la antigua Roma, ¿de dónde procede su fascinación por esta cultura?
Es difícil decirlo. Yo suelo comentar que cuando era niño hice un viaje con mis padres a Roma y supongo que fue un momento agradable, es un sitio muy impactante cuando tienes seis años. Progresivamente, desarrollé un interés tanto por narrar historias como por la propia historia en sí misma como disciplina. Y dentro de esta, Roma me parece particularmente relevante por ser la expresión de donde nosotros venimos. Yo creo que entender a Roma nos ayuda a entendernos mejor.
Si tuviera una máquina del tiempo y pudiera regresar a esa época, ¿quién le gustaría ser, y quién no?
Habría que ser un poco precavido, y de volver a esa época habría que volver en calidad de senador o de alguna persona con ciertas comodidades en la vida. Digamos que las diferencias sociales eran muy marcadas y podría ser muy problemático aparecer como gladiador en mitad del Anfiteatro Flavio o del Coliseo. Eso es muy bonito verlo desde el escenario o desde una película, pero estar allí no debió de ser tan bonito.
¿En qué hemos mejorado respecto a las antiguas civilizaciones, y en qué hemos involucionado?
Hemos mejorado en tecnología y en saber científico. Cómo cuento en ‘Y Julia retó a los dioses’, los propios romanos se enfrentaron a pandemias terribles de virus horribles como el de la viruela, que es el que más muertes ha causado a lo largo de la historia de la humanidad. Y en mitad de una pandemia como la actual en apenas ocho meses la ciencia ha sido capaz de proporcionar una serie de vacunas que parece que pueden ser bastante eficaces. ¿Dónde hemos involucionado? En la poca preparación de la clase política actual a nivel regional, nacional, europeo e internacional. En ese sentido, hemos involucionado inmensamente.
¿Cuál es su postura en el debate Grecia-Roma?
Bueno, es más complejo que decir solo Grecia o Roma. Sin duda alguna, los griego dejaron la semilla de lo que es nuestra civilización occidental y eso es un mérito que tienen ellos y que no se lo puede quitar nadie. Ahora bien, yo siempre defiendo que sin la presencia de Roma esa semilla se habría perdido. Es gracias a que en el mundo romano había personas que veían que aquello de Grecia era para ser preservado, y es por lo que nos ha llegado esa semilla. Así que es una combinación de ambas.
Además de escritor, es usted profesor de Filología Inglesa en la Universidad Jaime I, ¿qué lo llevó a especializarse en esta rama?
En aquel momento, a la hora de escoger, gustándome todas las tradiciones literarias, pensé que quizás por el inglés podría encontrar una salida profesional con más facilidad. Eso lo pongo hoy en cuestión porque el mundo va cambiando, y ahora no es tan fácil colocarse desde la filología inglesa y menos fácil desde la clásica, pero en aquel momento eso es lo que me llevó a tomar la decisión. También es verdad que eran unos planes de estudio muy diferentes a los actuales. Ahora tendemos a una hiperespecialización; en cambio, en la época en la que yo estudiaba las filologías tenían cinco años de duración, de los cuales tres eran comunes. Esto, que alguien podría pensar que era una pérdida de tiempo, porque no me estaba especializando en la lengua inglesa, a la luz de los acontecimientos de mi vida lo vivo como “Qué bien que hice ese plan de estudios tan trasversal”.
¿Cómo influyen y se relacionan entre sí sus clases y la literatura?
Interaccionan mucho porque, claro, yo no es que sea un profesor universitario de Física o Química o Ingeniería informática, sino que soy profesor de Literatura. Lo que quiero decir es que mis asignaturas no están alejadas de mi otra actividad profesional, que es la escritura. De alguna forma, yo digo que mi vida es como una moneda, en una cara tengo la enseñanza de la literatura y en el otro lado tengo la creación de mi propia literatura. Adicionalmente, explicar a otros autores que son grandes clásicos de la literatura, y tener que profundizar en ellos para explicar cómo grandes creadores han creado grandes obras me da la esperanza de que algo de todo eso se plasme en mis propias novelas.
Mi vida es como una moneda, en una cara enseño
literatura y en la otra creo mi propia literatura
¿Cuáles son los temas que más interesan a sus alumnos?
Imparto dos asignaturas optativas que las tengo normalmente llenas y suelen funcionar bien. En una lo que hago es explicar la interacción entre la literatura y otras artes, y suele tener bastante éxito entre los estudiantes la relación entre la literatura y el cine. Podemos hablar de adaptaciones cinematográficas de distintas obras, verlas pasadas al cine o la televisión y debatir hasta qué punto la adaptación ha sido fiel o no. Y en la otra asignatura, que es literatura del mundo en lengua inglesa, les interesa ver esa perspectiva diferente sobre el mundo, diferente a la europea que es la nuestra. Cuando lees escritores africanos, del Caribe o de la India la perspectiva del mundo es distinta y yo creo que eso también les resulta atractivo.
Su primera novela publicada fue Africanus: el hijo del consul. ¿Qué le inspiró a lanzarse al mundo de la literatura con esta novela en concreto?
Yo había escrito dos novelas cuando estaba estudiando en la universidad y las intenté publicar sin éxito. Lo que hice fue no olvidarme de mi interés literario porque, entre otras cosas, fui a EEUU a estudiar literatura creativa, pero sí que lo dejé un poco en suspenso. Es muy romántica la figura del escritor sin dinero viviendo bajo un puente, pero como vida personal es bastante desagradable. Entonces pensé en buscar una forma con la que ganarme la vida, me concentré en mi carrera hasta conseguir una situación de estabilidad. A partir de entonces, decidí combinar mi actividad docente con volver a sacar de ese estado de suspenso a mi creación literaria. Opté por combinar mi pasión por contar historias con mi otra pasión que es la historia de Roma y, al final, todo eso es lo que ha funcionado mejor.
Hace tres años ganó el Premio Planeta con el libro Yo, Julia, ¿qué lo llevó a darle un giro femenino a su bibliografía?
Si alguien lee toda mi obra progresivamente se dará cuenta de que cada vez hay mayor presencia de personajes femeninos en mis novelas. Esto tiene lugar a partir de que después de escribir Africanus una compañera de departamento me dijo que le había gustado la novela, pero que pensaba que mis personajes femeninos estaban poco desarrollados. La razón por la cual había ocurrido eso era porque yo, en un intento por ser muy fiel a las fuentes clásicas, no me había percatado de que son escritas por hombres, y los hombres normalmente han contado, no la historia de la humanidad, sino la historia de los hombres. Ya desde la segunda parte de la trilogía de Escipión en ‘Las legiones malditas’ incorporo más personajes históricos femeninos. Vas viendo como cada vez estos personajes cobran más fuerza. Es una cosa pensada y progresiva, no de un día para otro. Sin duda alguna, los escritores somos seres porosos, y yo no crezco como escritor en un vacío, sino en una sociedad donde se va despertando un interés por construir igualdad de género en el presente y hacia el futuro, pero también por recuperar esa igualdad de género en el relato histórico. Sumergido en todo eso, me pareció interesante poner en el centro de una novela mía a una mujer, y yo sabía que mujeres relevantes en Roma las había. Pero me gustaba también la idea de una mujer menos conocida, aunque con una historia apasionante.
Siguiendo con esta vertiente femenina, está trabajando en una nueva serie para Movistar+, Los corazones del imperio, ¿de qué va, cómo surge la trama y cuál es su papel en esta producción televisiva?
La serie surge porque me llaman de Movistar diciéndome: “Queremos que hagas una serie sobre los emperadores de Roma”, y yo les dije “¿De verdad? ¿Otra serie de emperadores de Roma?¿Y por qué no hacemos una sobre mujeres de Roma?”. Y como ahora ya no solo hay altos directivos televisivos, sino que también hay altas directivas, una de ellas dijo “lo compro”. Lo que hemos hecho es una serie donde revisamos la figura de la mujer en la antigua Roma, a través de personajes muy conocidos como Cleopatra o Livia, la esposa de Augusto, para ver quiénes eran realmente y no esa dimensión, normalmente tergiversada, que siempre se muestra de estos personajes. Y luego otros personajes menos conocidos como, por ejemplo, Julia Mesa. Y un pequeño detalle, como estoy loco, vamos a rodar en latín. Me parecía que era un punto de realismo que podía quedar muy bien, porque si a la gente le parece bien que Khaleesi hable Dothraki en Juego de Tronos y se subtitule, ¿por qué nuestros personajes no pueden hablar en su idioma?
¿Nos adelanta en primicia cuáles son sus proyectos futuros?
No me deja mi agente que especifique demasiado sobre aquello en lo que estoy trabajando en este momento. Estoy preparando otra novela sobre la antigua Roma. Yo suelo tardar, aproximadamente, un par de años en sacar una nueva obra. La novela que cierra la saga de Julia la publiqué el 3 de marzo de 2020, unos días antes del confinamiento, con gran pericia por mi parte. Ha sido de las más leídas durante la pandemia, porque es cierto que mucha gente ha buscado la literatura para refugiarse. Creo y espero que hacia el 2022 podamos tener otra novela mía en las librerías.