Infraestructuras verdes y simplificación burocrática, dos claves para evitar otra DANA

  • Los expertos recomiendan restaurar humedales y reforestar con especies nativas que absorben el agua

Jorge de ALBA GONZÁLEZ

El episodio de la DANA de Valencia, ocurrido a finales de octubre de 2024, dejó a su paso un paisaje de fango, agua y destrucción.

La situación que vivieron y en la que aún se encuentran miles de familias afectadas supone un desafío que precisa de un consenso firme entre las diferentes administraciones, que difícilmente se ponen de acuerdo para encontrar soluciones inmediatas. 

Las calles de muchos municipios de la Comunidad Valenciana se convirtieron en ríos improvisados provocados por unas lluvias torrenciales históricas, que en tan solo unas horas descargaron más de 200 litros de agua por metro cuadrado. Los resultados propiciaron daños materiales que superan los 50 millones de euros en pérdidas y más de 200 muertes. Las localidades de Oliva, Paiporta y Picanya fueron las más afectadas, con un gran impacto emocional en sus habitantes, que esperan indefensos cualquier ayuda.

La DANA, antes conocida como ‘gota fría’, es un fenómeno recurrente en la cuenca mediterránea. No obstante, el calentamiento global está intensificando su frecuencia e intensidad debido a la subida de la temperatura del agua del Mediterráneo, lo que incrementa la evaporación y, por ende, la cantidad de vapor de agua en la atmósfera. Este suceso en Valencia ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de actuar para paliar su impacto en el territorio, combinando estrategias que se basen  tanto en la naturaleza como en los protocolos legales y la cooperación administrativa.

La bióloga y meteoróloga María Pérez, experta en gestión de ecosistemas en Salinas de Chiclana (Cádiz), destaca la importancia de los humedales como un instrumento fundamental para minimizar el impacto de lluvias torrenciales. “Restaurar humedales y reforestar con especies nativas puede absorber grandes cantidades de agua y reducir el riesgo de inundaciones”, afirma.

Acorde al estudio de Pérez, los humedales pueden ser de gran utilidad ante estos fenómenos adversos, ya que funcionan como esponjas naturales, capaces de absorber grandes volúmenes de agua y liberarla paulatinamente. Sin embargo, se han reducido drásticamente para dar pasos a nuevas zonas urbanas, incrementando la vulnerabilidad de muchas regiones ante fenómenos extremos como la DANA.

Otras soluciones, como techos vegetales y pavimentos permeables, permiten que el agua de lluvia se infiltre en el suelo, aliviando la presión sobre los sistemas de drenaje urbanos. Este tipo de infraestructuras ecológicas no solo mitigan el impacto de las precipitaciones, sino que también mejoran la calidad del aire.

Sobre el papel de la ciudadanía ante estas anomalías extremas, la concienciación y educación ambiental son indispensables. Según Pérez, el fomento de la conciencia ciudadana sobre la importancia de conservar estos espacios puede generar cambios beneficiosos en el impacto de futuras catástrofes. Es beneficiosa la organización de jornadas de reforestación y la reducción de huella ecológica con el uso de soluciones sostenibles como techos verdes en las viviendas para atenuar los riesgos.

Falla la agilidad administrativa
La situación vivida tras la DANA de Valencia ha demostrado la enorme falta de agilidad en las respuestas de las administraciones públicas, lo que ha dado lugar a una gran desconfianza en la población y un descontento generalizado. Esta situación obliga a las administraciones a hacer autocrítica y actuar para mejorar la gestión en futuras emergencias.

Junto con las soluciones medioambientales, es indispensable mejorar la respuesta jurídica para las víctimas de estos fenómenos. Ignacio Sánchez, abogado especializado en Derecho Civil, destaca que “simplificar los trámites y automatizar las solicitudes de ayuda permitiría una respuesta más rápida y eficiente para los afectados”. 

En la actualidad, los afectados se enfrentan a procesos burocráticos complejos que entorpecen el acceso a las compensaciones económicas para la recuperación. Opciones como la creación de plataformas digitales unificadas agilizaría los trámites. Asimismo, Sánchez resalta la importancia de coordinar a nivel nacional los protocolos de emergencia mediante un sistema estandarizado.

Referirnos al futuro de la crisis climática sin tener en cuenta las gravísimas consecuencias que estamos percibiendo en el presente es muy arriesgado. Los conflictos en las administraciones y la escasa implicación general hacen que sea preciso cambiar radicalmente nuestra actitud. Esto requiere acciones concretas, como establecer planes claros de prevención de riesgos en cada municipio, fomentar la cooperación entre comunidades autónomas para gestionar emergencias, e implementar campañas educativas que movilicen a toda la sociedad hacia un modelo más sostenible. Solo mediante un compromiso real, compartido y práctico es posible prevenir futuras tragedias y adaptarse a los desafíos del cambio climático.

Fotografía: Paul H.

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