Destacó la importancia de las hermandades, fue amigo personal del cardenal Carlos Amigo Vallejo y del arzobispo Saiz Meneses, y con motivo de la Magna manifestó su deseo de visitar la ciudad

José FERNÁNDEZ / Manuel GÓMEZ
El 21 de abril de 2025, Lunes de Pascua, la Iglesia Católica y el mundo entero despidieron a Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, quien falleció a los 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, tras una vida dedicada a la fe y el cariño a los más necesitados.
Su pontificado, iniciado en 2013, marcó un antes y un después por su mensaje de inclusión, fraternidad y compromiso con los pobres. Aunque nunca visitó Sevilla ni Andalucía, Francisco cultivó una relación especial con esta tierra, marcada por su religiosidad y devoción mariana, manifestando una cercanía especial con las autoridades eclesiásticas y civiles, y su reconocimiento a la riqueza espiritual de la región.
Francisco, el primer Papa latinoamericano, también fue, en muchos aspectos, el más andaluz. Mantuvo un vínculo estrecho con Sevilla a través de figuras clave como el cardenal Carlos Amigo Vallejo, con quien compartió una profunda amistad, y con el actual arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Siendo su relación con Saiz Meneses especialmente significativa, pues el Papa lo nombró miembro de la Congregación para las Causas de los Santos en 2022 y del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida en 2023, además de otorgarle dos obispos auxiliares para fortalecer la labor pastoral en la extensa archidiócesis sevillana. En sus encuentros con el arzobispo, Francisco mostró un conocimiento profundo de Sevilla, a la que llegó a calificar como “tierra de santos”. Su apoyo se reflejó también en gestos concretos, como la canonización de dos santos sevillanos, María Purísima de la Cruz y Manuel Gónzalez García, y la beatificación de mártires como Manuel Gónzalez-Serna Rodríguez y 19 compañeros.
La religiosidad popular, pilar de la identidad sevillana y andaluza, fue un aspecto que Francisco valoró profundamente. Durante su pontificado, destacó la importancia de las hermandades y cofradías, a las que consideraba una expresión viva de la fe y un vehículo de evangelización. El II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, celebrado en Sevilla del 4 al 8 de diciembre de 2024, fue presentado en la Santa Sede, donde fue bien acogido. El secretario del Congreso, Joaquín de la Peña, quien tuvo la fortuna de reunirse con el pontífice antes de la celebración de este evento, recuerda su sencillez y vinculación con la capital andaluza: «es un hombre que te gana desde el primer minuto y que habla con naturalidad, como si te conociera de toda la vida». Aunque consciente de que era una persona muy ocupada, De Peña confiesa que tenían “la ilusión y la esperanza puestas en lo que les dijo: Me gustaría ir a Sevilla”. En una audiencia en febrero de este mismo año, en la que participaron el arzobispo Saiz Meneses, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, Francisco expresó su admiración por la Semana Santa sevillana y su impacto social y económico, animando a los presentes a continuar con su labor evangelizadora.
Lució con orgullo la medalla del Rocío de Triana
Sevilla también dejó huella en el Papa a través de encuentros con delegaciones locales. En 2018, miembros de la Hermandad del Rocío de Triana le obsequiaron con una medalla, que Francisco lució con orgullo. La Hermandad del Silencio le entregó un cuadro de Jesús Nazareno, y la Universidad de Sevilla le regaló un facsímil de la Bula de su fundación. Estos gestos, junto a la devoción que profesó como arzobispo de Buenos Aires al Cristo del Gran Amor, una imagen tallada por el sevillano Luis Álvarez Duarte, evidencian su conexión emocional con la ciudad. Además, Francisco impulsó el Jubileo de las Cofradías de 2025, durante el cual la imagen del Cristo de la Expiración, conocido como El Cachorro, recorrerá Roma el 17 de mayo, un evento que, tras su fallecimiento, se mantiene como un legado de su apuesta por la religiosidad popular.
Su fallecimiento, justo horas después de impartir la bendición Urbi et Orbi el Domingo de Resurección, sumió a Sevilla en un profundo luto. Las campanas de la Giralda y la Basílica de la Macarena doblaron en su honor, y el arzobispo de la ciudad lo recordó como un pastor de”espiritualidad profunda” y “amor sin límites” por los más pobres.
Francisco será recordado por su humildad, por rechazar los lujos y por hablar más con gestos que con dogmas. Pero también, por haber puesto su mirada en Andalucía. Por comprender que la fe no solo se vive en catedrales silenciosas, sino también entre tambores, costales y lágrimas. Su legado no se medirá en encíclicas, sino en personas. Y en esta tierra del sur, muchas de ellas seguirán pronunciando su nombre con cariño y con ese acento que tanto le habría gustado.
Hasta siempre, Francisco. Aquí en Sevilla y en Andalucía, también te lloramos.
Fotografía: Archidiócesis de Sevilla